martes, 6 de agosto de 2013

The Letter

El otro día revisaba La carta (W.Wyler, 1940), una pieza que puede encajar perfectamente entre esa colección, bien abundate, de obras maestras que la época dorada del cine nos legara. Un clásico indiscutible; todo en ella fluye con naturalidad y brío. Nada se puede reprochar a un conjunto elegantemente armonioso y coherente con las reglas narrativas de su tiempo. 
Un oscuro pasado, secretos inconfesables, un amor apasionado, y la sombra de un crimen como elementos dramáticos que se ciernen sobre unos personajes excepcionalmente presentados y desarrollados. El exotismo y el peso interpretativo de Bette Davis, absolutamente inspirada, aparecen como elementos decisivos para hacer del filme un icono reconocible y arquetípico de una forma de hacer cine que hoy nos parece casi irrecuperable. La música y la ambientación no hacen sino contribuir a acrecentar ese clima de agobio y tragedia que terminarán por estallar en una historia sombría y tormentosa, admirable eslabón en la filmografía de un William Wyler maduro, lúcido y único para desenvolverse en dramas de tales características. 



Francisco Castillo, 
una tarde de verano de 2013


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